Capataz, no tengas prisa

y mima a tus costaleros,

que de nuestro andar se enamore

el jerez por el que muero.

Apretarse bien las fajas,

y rezar un Padre Nuestro,

cuando bajo el paso esteis

en oscuro silencio.

Costaleros, costaleros

ponerse en vuestros puestos

para que la virgen en su mayor dolor

vaya entre leves movimientos...

Poco a poco, costalero

que tengo que ver despacio

a la madre del hijo que va preso

y a la Madre del Dios eterno...

Suavecito, costalero

y sin levantar los pies del suelo

y sin quedarse nadie

sin la gloria del cielo.

Y cuando lleguéis a la asunción,

muy cerca ya de su templo,

cuando llame el capataz...

Subidla a pulso, meciendo

¡Que sonría su cara

por los balcones del cielo!